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Tali Goldman: "Frente a la lógica de lo inmediato, creo que sigue funcionando contar historias"

Tali Goldman: "Frente a la lógica de lo inmediato, creo que sigue funcionando contar historias"

Una periodista joven con un oficio de antes. Cuando Tali Goldman nació en 1987, la dictadura ya era historia (aunque una historia que todavía soplaba en la nuca de la democracia), Raúl Alfonsín iba por la segunda mitad de su Gobierno; el Nunca Más llevaba dos años en las librerías. Y sin embargo, todo en ella, su mirada, sus intereses y la manera de ejercer su oficio, parecen venir de antes. Aunque también en hija de su tiempo y puede escribir guiones de podcast, cuando se plantea una crónica, sus usos y costumbres son las que aprendió desde el inicio en las redacciones en las que todavía se fumaba, sonaban los teléfonos de línea y se gritaba: “Frente a la lógica de las redes sociales, de lo inmediato, yo creo que siguen funcionando este tipo de historias”, dice a Clarín unos días antes de la publicación de su tercer libro Cómo se puede querer tanto a alguien (Paisanita editora).

El volumen funciona casi un manual del buen periodismo: tres crónicas muy distintas que, sin embargo, están enlazadas, trenzadas, por el tema, por los cruces entre sus protagonistas, porque las tres a su manera (y de maneras diferentes) capturan una manera de ser periodista.

La primera se titula como el libro y cuenta a Diana Wassner de Malamud, referente de Memoria Activa desde que su marido murió en el atentado contra la Amia, pero además cuenta a este país desde el prisma de una vida, la de esa viuda. La segunda, “Operatvo Milut”, reconstruye las acciones de Daniel Recanati para rescatar a más de 400 personas de las garras de la dictadura desde la Agencia Judía para Israel en Buenos Aires. La última es “Tras el represor de Rodolfo Walsh” y desteje un operativo cinematográfico en plena pandemia para extraditar al exprefecto Gonzalo “Chispa” Sánchez desde Brasil, acusado entre otros crímenes del secuestro del autor de Operación Masacre.

Podrían ser crónicas autónomas, de hecho lo fueron en su momento, pero aquí funcionan como un relato total: la historia de la Argentina de los últimos 50 años y la continuidad de tensiones que son tan actuales como hace medio siglo.

–El libro propone tres crónicas, una que fue premiada el año pasado y otras dos ya publicadas en revistas latinoamericanas que aquí fueron reeditadas para este formato. ¿Cómo y por qué elegiste esas y no otras? ¿Qué las une?

–La primera de las crónicas la empecé por cuenta propia. Nadie me la había pedido y de hecho, la habá ofrecido a distintos medios y nadie me la aceptaba porque les parecía que ya se había contado. En realidad, se habían publicado muchas entrevistas con ella, pero yo me proponía mirar otras cosas, ver a esa mujer de casi 30 años, con dos hijas chiquitas que queda viuda y empieza a buscar justicia por su marido y por todas las víctimas de la Amia. Yo venía de ser madre con algunos años más que ella en aquel momento y pude empatizar con todo un lado de esa experiencia que era diferente. La segunda crónica tiene un vínculo con esta porque hay un momento en la historia en el que los destinos de Diana Malamud y Daniel Recanati se cruzan. Alguien me había comentado que ella se había exiliado durante la dictadura gracias a esas gestiones de la Agencia Judía. Para mí es un artículo importante porque fue la primera vez que escribí sobre la dictadura y la colectividad judía. Y la tercera también es una crónica muy importante porque fue la primera que publiqué en Gatopardo, la primera que me editó Leila Guerriero y tenía además esa resonancia judía en el apellido de Ezequiel Rochistein, director nacional de Investigación Criminal del Ministerio de Seguridad, que lideró el operativo. Las tres unían dos temas, la dictadura y lo judío, que son también dos obsesiones que atraviesan mi trabajo.

Tali Goldman. Foto: Guillermo Rodríguez Adami. Tali Goldman. Foto: Guillermo Rodríguez Adami.

–¿Cuál era el motivo del poco interés en la historia de Diana Malamud?

–Bueno, la AMIA nunca suele ser un tema muy taquillero, me parece. Siento que se vive como reiteración, como una vuelta a los mismos asuntos de siempre. A mí también me pasa, pero yo veía esta historia justamente como otra cosa.

–Hay un reproche que ella misma te hace, después de horas y horas de entrevistas, porque le parece que nunca hablan de la Amia.

–Si, en un momento le aparece esa duda y me parecía muy interesante porque hace 30 años que habla de ese tema. Precisamente, Irán, el coche bomba, Carlos Menem, Nisman, la investigación, la causa... son ejes omnipresentes y yo sentía que había un faltante ahí de esa historia personal, de una vida que pudiera trazar un sentido más abarcativo inclusive de lo que significó el atentado a la AMIA para la sociedad. Después de dos años de negativas, decidí que la iba a escribir de todos modos y empecé a fines de 2023.

–Hablabas antes de dos obsesiones, los temas que abordás son muy singulares, una mirada sobre asuntos de otra época. ¿Qué ves cuando mirás la suma de tus artículos hacia atrás?

–La dictadura es mi gran obsesión, estoy atenta a lo que se publica, a lo que aparece y hay miles de historias para contar. Creo que este vínculo tiene que ver con mi propia historia, la dictadura estuvo muy presente en la vida de mi familia, y más tarde investigué la historia del nieto de Estela de Carlotto para un libro de María Seoane. Cuando miro todo mi trabajo, tal vez mi primer libro, dedicado a las mujeres sindicalistas, siento que quedó un poco colgado en mi vida. Aunque esté orgullosa de ese libro y me haya gustado escribirlo, hoy ya no me siento cómoda hablando de eso, a la periodista que soy ese no es un tema que me atraiga. Siento que vi algo en ese momento que estaba vacante, me interesó, pero ahora me siento muy ajena a ese universo.

Tali Goldman. Foto: Guillermo Rodríguez Adami. Tali Goldman. Foto: Guillermo Rodríguez Adami.

–No te vinculaste con la temática judía sino hasta hace poco. ¿Qué cambió?

–Recientemente sumé temas vinculados a lo judío. Siempre sentí que era el ámbito de mi papá, que es rabino (N. de la R.: Daniel Goldman, rabino de la Comunidad Bet El y discípulo del rabino Marshall Meyer). La segunda crónica del libro es la primera que dediqué a una temática judía. De hecho, mi papá escribió un libro que se titula Ser judío en los años setenta: Testimonios del horror y la resistencia durante la última dictadura (Siglo XXI), que tuve en la biblioteca durante muchos años. Por eso, esta historia fue importante en lo personal.

–Tenés un libro de cuentos en el que lo judío también está muy presente. ¿Fue la ficción la que abrió esa posibilidad?

–Hay algo de ese universo con lo que me pude reconciliar a través de la literatura. Pero la crónica sobre Daniel Recanati es un quiebre en mi vida también porque ese universo, el de los desaparecidos judíos, también conecta con mi papá, a las fiestas judías en casa eran invitadas las Madres de Plaza de Mayo en aquellos años, también las Abuelas de Plaza de Mayo, familiares... Cuando hago las entrevistas para esa crónica, entiendo aquellas experiencias porque las conocía desde chica e inauguré esta nueva obsesión temática. Entonces, volviendo a la pregunta, también estas tres crónicas reúnen dos campos disciplinares desde los que estoy trabajando: el periodístico y el literario.

–En tus mecánicas de trabajo, hay algo casi demodé: prácticas que son las opuestas al clickbait, la urgencia y las redes sociales. ¿Cómo te llevas con los cambios del oficio y el lugar desde el que vos lo abordás?

–La prueba más clara es el rechazo de los medios a una crónica que termina ganando un concurso. La crónica, o la no ficción, que es a lo que yo me dedico busca básicamente darle un punto de vista a una historia. Cada historia se puede contar de mil maneras y para mí la no ficción tiene mucho más que ver con la forma que con el fondo. El asunto es cómo contamos esas historias. Por eso, me sorprendió mucho ganar este concurso porque de alguna manera es un respaldo a un periodismo de vieja escuela, que es el que me formó, el de la crónica en la que el periodista no aparece, en la que la voz es la de la protagonista. De alguna manera, siento una especie de reivindicación a esa vieja escuela que si gana un concurso así, no está muerto. Frente a la lógica de las redes sociales, de lo inmediato, yo creo que siguen funcionando este tipo de historias.

–¿Por qué siguen funcionando?

–Porque hay un hastío de todo lo otro y porque son un espacio de resistencia. Como dice Leila Guerriero, el que escribe crónica es el antiperiodista, el que llega tarde, al que no le interesa la premura de los hechos, ese que necesita tiempo. Ese es un acto de resistencia en estos tiempos.

Tali Goldman básico
  • Nació en Buenos Aires, en 1987, es licenciada en Ciencia Política por la Universidad de Buenos Aires y magíster en Escritura Creativa por la Universidad Nacional de Tres de Febrero.
  • Trabaja como periodista gráfica y en radio desde hace más de diez años. Publicó La marea sindical (Editorial Octubre, 2018), libro con el cual ganó el Premio Estímulo de la escuela de periodismo TEA; Larga distancia (Concreto Editorial, 2020) y participó en la antología Ídolos (Ediciones UDP, 2023, editado por Leila Guerriero). Actualmente colabora en medios como Anfibia y Gatopardo y escribe guiones para podcasts.
  • Su cuento "La doctora Venturini" fue ganador de la convocatoria de cuento de la Bienal Arte Joven 2019 y su libro Larga distancia fue mención especial en los Premios Nacionales 2022. además, su crónica “Cómo se puede querer tanto a alguien” fue finalista del concurso de No Ficción de La Agenda Revista.

Cómo se puede querer tanto a alguien, de Tali Goldman (Paisanita editora).

Clarin

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